"La PUCP y Víctor Andrés Belaunde"
Por Martín Santivañez
Le debemos a la izquierda peruana el dudoso honor de haber destruido la educación pública del Perú. Gracias a ella, ocupamos los peores puestos en todos los estudios internacionales sobre calidad educativa. La izquierda, en vez de formar ciudadanos libres, ha preferido ensamblar militantes ideologizados, zombis de partido. Para colmo, no contenta con un fracaso histórico que ha retrasado a varias generaciones de peruanos, esa misma izquierda, reciclada en progresía caviar, quiere enterrar el espíritu de los fundadores de la Pontificia Universidad Católica. Nuestros izquierdistas han pasado del triste papel de sepultureros de la educación pública al de parricidas de la educación privada. Y todo esgrimiendo un solo argumento: "Somos la mejor universidad del Perú".
Eso, por supuesto, no es del todo cierto. No ser malos no es lo mismo que ser buenos. Lo trágico del caso es que la izquierda peruana, como siempre, busca tergiversarlo todo y repite mentira tras mentira. Basta conocer un poco la historia de la Católica para comprender la magnitud de esta ofensiva hipócrita que en nombre de "la libertad" pretende cortar el lazo que une a la universidad con la Iglesia. Detrás de ese tipo de discursos para el aplauso de una argolla hambrienta siempre está el pensamiento único, la Matrix progre.
Por eso, en tiempos de confusión es bueno recordar las palabras de uno de los grandes hombres que contribuyó a levantar a la PUCP. Víctor Andrés Belaunde fue decano, vicerrector, encargado del rectorado, Prorrector emérito y miembro del Consejo Superior de la universidad. Fundó y dirigió el Instituto Riva-Agüero. En el discurso de recepción al cardenal Guevara como Gran Canciller de la Católica, Belaunde sostuvo que los miembros de la PUCP se ufanan "del título de Pontificia que consagra nuestra unión a la Cátedra de Pedro. Este título queda hoy refrendado porque asume la alta dirección de la Universidad el Arzobispo de Lima". Sí, la alta dirección. Los de antes se ufanaban, los de hoy lo desprecian. Y en cuanto a la relación de la universidad con la Iglesia, Belaunde decía que "la universidad ha sido engendrada, amorosamente cuidada y desarrollada por la cultura católica; y debió, como las hijas agradecidas, haber prestado siempre su apoyo y sustento a la madre milenaria y venerable". Para el fundador del Instituto Riva-Agüero, las hijas agradecidas jamás se rebelan ante Roma.
Belaunde, desde la universidad, siempre apoyó a la jerarquía de la Iglesia, como corresponde a un cristiano convicto y confeso. Por eso dijo, en un homenaje al cardenal Guevara, que había que rodear "con filial amor y lealtad de creyentes al jefe de la jerarquía peruana, nuestro Cardenal Primado [...] renovando nuestra adhesión inquebrantable al sucesor de Pedro". ¡Cuánta diferencia con esta camarilla rebelde que ha secuestrado a la universidad! Para Belaunde, era imprescindible que la PUCP reclamase "el puesto de vanguardia" en el resurgimiento espiritual del Perú, como lo querían Dintilhac y Riva-Agüero. A ver, actualmente, ¿la PUCP es el centro de la regeneración católica? Belaunde decía que es preciso distinguir entre la verdadera libertad y "aquello que los ingleses han llamado, gráficamente, moral insanity, locura moral". Una locura moral que se ha apropiado de Pando y que organiza calumnias colectivas contra la Iglesia Católica y su legítimo Pastor.
Publicado en el diario Correo, página 11
Lima, jueves 22 de setiembre de 2011
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