No es bueno que el mismo agente proporcione los seguros y la atencion de salud. Eso atenta contra la calidad, contra la eleccion, contra la competitividad. Las asociaciones publico privados que plantea el Gobierno en mi opinion son un error.
Síndrome de Adriano: dícese de toda actitud prepotente, arrogante o
deshumanizada del paciente, sus familiares, sus representantes
legales, los responsables de su seguridad social u otros, que pretenda
menoscabar injustamente la importancia y la calidad del acto médico
realizado por un profesional ético y competente, cualquiera que sea su
fin o intención.
Ante todas estas desagradables realidades surgen apremiantes
preguntas: ¿Qué hacer entonces? ¿Qué actitud adoptar? ¿Cuál sería la
solución correcta? Recurro aquí a utilizar un razonamiento del gran
poeta portugués Fernando Pessoa, en la pluma de su heterónimo Antonio
Mora (10) para plantear dos alternativas de solución, ambas morbosas y
ambas dependientes del médico, basándonos en la premisa de que un
sistema de salud y/o una sociedad que no valoren el trabajo de sus
médicos son morbosos y deshumanizados, y asumiendo que no es posible
modificar ni el sistema de salud ni la sociedad y que es el médico
quien tiene que cambiar:
a) El médico decide adaptarse a un sistema de salud y a una sociedad
deshumanizados para poder sobrevivir en la práctica de su ejercicio
profesional, a expensas de un amargo, exiguo y disputado ingreso
económico y por lo tanto disminuyendo su nivel socioeconómico para
poder mantener un precario equilibrio financiero;
b) Debido a su formación ética y profesional, el médico no es capaz de
adaptarse a los nuevos esquemas, que lo alejan de sus objetivos
vocacionales y vulneran su dignidad como profesional, y decide
abandonar la profesión, o continuar ejerciéndola con obstinación sin
apartarse en un solo punto de los parámetros éticos tradicionales.
Ambas alternativas como se dijo son morbosas, porque:
a) Quien se adapta a un sistema o a una sociedad deshumanizados con el
objeto de triunfar o sobrevivir, debe a su vez deshumanizarse, lo cual
es morboso;
b) Quien no se adapta, es entonces, por definición, un ser morboso, un
desadaptado, y tendrá necesidad de ocultarse, mimetizarse o emprender
una batalla desigual contra poderes económicos y políticos muy
superiores a sus menguadas fuerzas.
La conclusión es evidente: poco o nada tenemos que cambiar los
médicos, pues poco o nada se soluciona con el hecho de que cambiemos.
Es el sistema el que tiene que cambiar. Es necesario acabar con la
intermediación en la salud cuyo objetivo básico sea el lucro
empresarial y pretenda disminuir los costos a expensas de una
deficiente atención de los enfermos y una pésima remuneración de los
médicos. Es necesario redefinir la misión de los sistemas de
auditoría, en el sentido que su preocupación básica sea el bienestar
de los pacientes y los médicos y no la utilidad de los tecnócratas y
burócratas. Los costos en medicina siempre han sido una preocupación
natural del médico capacitado y motivado, que sólo recurre a gastos
superficiales cuando practica medicina a la defensiva, protegiéndose
de futuras demandas. Curiosamente en este negocio en el cual el médico
es apenas un obrero mal remunerado, adicionalmente debe responder en
caso de una demanda, justa o no, como si fuera el dueño mismo de la
empresa. Entre los objetivos de la auditoría médica, sin duda debe
estar incluida la disminución de los costos, pero sin que se atente
contra la excelencia de la atención en la salud ni contra el bienestar
socioeconómico, cultural y profesional de los médicos. Si estos
cambios no se realizan pronto, la sociedad, más temprano que tarde,
terminará teniendo los "médicos" que merece.
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